Conjura placer y dolor
e involúcrame en tu historia,
aunque jamás te haya conocido
Déjame creerme parte
de esa joven vida
y de esa desdichada muerte
De esos cielos sin estrellas,
de esa Luna sin Sol.
Déjame cantar tu canción
o hacer mío tu soneto
y que las palabras ahoguen mi garganta
como un mar que ha ennegrecido por la tormenta.
Y que el silencio perpetuo de las mañanas quietas
griten el ruido mudo de aquello que fuiste incapaz de decir
y que se apropie de mis sentidos
y que los haga suyos,
como instrumentos.
Bendita locura
del ruido eterno.
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